Sabías en tus adentros
que los poemas
no bastan.
(Rafael Cadenas)
Ni el apacible árbol que hospeda
constelaciones de azulejos nocturnos
ni un pez de reflejos en cualquier río del mundo.
De nuevo frente a ti mismo
con todas las depravaciones y salmos
y la contundencia de una hora fija.
El libro atesora los ojos tibios
que nunca dejan de leer.
Los amigos escucharán. Sin saber
mendigan un aire muy grueso.
Erato toca la puerta abierta desde siempre,
saborea el vino añejado
por la música de la madera.
Pero estás solo con la vida y sus ademanes.
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