jueves, 19 de agosto de 2010

Carta abierta

Ya no estoy solo. Hay fantasmas aquí
que caminan delante de mí y me desvían
y me ensimisman mientras la luna vierte sobre el andamiaje
de la casa la apología de su lejana interrogación.
He visto trenes arrastrando como llavero
su triste luz de estaciones.

No reprocharé al viento si detrás de su desaparición,
en el ramaje alto del saúco, ha abandonado,
enredándose, la ronca lagartija de su canto.

Ni a ti, si tu voz aún está poblando de oídos
cada objeto de los aposentos o fundando un reino
de inocencia en el jardín alterno. Porque apenas soy
una porción del río de siempre, único y cambiante de Aristóteles
ya no te pertenezco ni me mueve asunto diferente
a esta ideología telúrica de mi estancia rodante.

Vengo de la muerte de mis ancianos para terminar
aquí… frente al verso.

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